Hoy es un día marcado para los amantes del fútbol y para los seguidores de barça y chelsea en concreto. Estos dos grandes equipos de Europa se la juegan en la "champions league."
Concibo el fútbol como un acto social, más allá del fervor y la trascendencia que puede sentir alguna gente por su equipo. Soy del barça, sí, me gusta que gane, también, pero si pierde me voy a dormir a gusto, que mi cama sigue estando igual de cómoda y mullidita. Eso sí, gracias a él, tengo la excusa perfecta de ver a mis amigos. Cada vez que el barça juega en la champions, llueve, nieve, hayamos tenido un mal día, estemos cansados de trabajar, quedamos, nos vemos y en lo que dura el partido y dando cuenta de una pocas cervezas y unas pizzas desconectamos de nuestros mundanos quehaceres diarios. Se trata ya, de un ritual casi sagrado, convertido en tradición.
El sentimiento más grande que el fútbol ha despertado en mi, ha sido el ya bautizado "iniestazo" del 2009. Gol que marcó Andrés Iniesta hace ya tres años, contra el mismo equipo con el que juegan hoy. Como si de un guión de los mejores guionistas de Hollywood se tratara, este gol en el minuto 92 de partido (ya en tiempo añadido), fue capaz de arrebatar de un plumazo a unos (Chelsea) lo que ya daban por seguro (el pase a la final) para dárselo así, sin más, a otros (Barcelona). La grandeza del fútbol. Dar el partido por perdido, estar casi recogiendo para marcharme, y zas, estamos en la final. No dar crédito y celebrar el gol por todo lo alto, como si me hubiesen dicho que me ha tocado la lotería y tengo la vida solucionada. Abrazando hasta al padre de mi amigo.
Hoy en los medios de comunicación, no paran de recordar ese gol. Apelan al "iniestazo" para después de tres años, volver a ganar al Chelsea.
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